Aseguraban ciertas tribus que el rio era como el ciclo de la vida, solo debiamos saber exponer su lectura.
Así es, aunque parezca mentira un rio se asemeja mucho a nuestro paso por la vida. Cierto es que nace vive y muere como los seres vivos.
El nacimiento de un rio es algo bello, inocente y con muchas esperanzas puestas en un duro viaje que trendrá que ejercer a través de los peligros que la madre Naturaleza le imponga en su camino.
Observar el nacimiento en lo alto de un monte es una alternativa expectacular para quienes alguna vez lo hemos vivido, logrando remover en ocasiones la conciencia al compararla con nuestro destino final.
Durante el transcurso de dichos afluentes que alzarán el poder a nuestro protagonista podemos observar como se asemejan a esas venas que recorren el cuerpo humano y que son alimentadas sin orden alguno por cualquier lugar. Cuanto más desciende más poderoso se hace, irrumpiendo entre malezas y rocas que jamás optarían por cederles el paso, aunque reconociendo que su persistencia lo hacen aun más emergente.
Llegando al final del trayecto lágrimas derrochará al ver que su fortaleza se difuminará en una gran alfombra compartida por muchas historias similares y recien llegadas de lugares diferentes.
Hoy, nuestras vidas son meras metáforas de rios y afluentes que otorgan equilibrio y paz a este perjudicado Mundo que estamos convirtiendo en un verdadero desperdicio a no ser que las energias renovables y el sentido común de cada uno de nosotros ponga fín a esta historía triste pero real.-Mientras tanto, seguirán naciendo en lo alto del Monte para terminar contaminados y olvidados en mares y Océanos...
@SAN.
